lunes, 25 de noviembre de 2019

Adiós, amigo Recio


Querido Jose Luis Gómez Recio, menuda broma final nos has gastado. Mira que marcharte así, de pronto, cuando teníamos todavía tantas cosas de que hablar, tantas tertulias pendientes, tanta poesía en el tintero.

Tu muerte, amigo, me pilló con las maletas hechas para una de esas tournés de cuentos mías que tanto te sorprendían y por las que siempre me felicitabas y te escribo ahora, tres días después de tu marcha, porque es cuando he podido al fin sacar un poco de tiempo para honrar tu memoria como te mereces y porque, si te digo la verdad, solo ahora asimilo que te has ido de verdad y que no vas a volver de pronto, entre carcajadas, con esa risa franca de papá noel guasón que te caracterizaba, para llamarnos pardillos por habernos creído lo de tu muerte, esa sobre la que tanto has escrito, mirándola a los ojos con irreverencia de poeta o de niño que nunca acabó de crecer del todo, pese a la blanca y poblada barba que lucías.

Ay, amigo, ¡cuánto te voy a echar de menos! Qué huérfanos dejas a tus poetas Diversos y cuánto se echará en falta tu socarronería en las veladas poéticas veraniegas de Guadalajara y de Torija. ¿Sabes? El día de tu funeral pensé que te habría hecho mucha gracia el cura que te tocó en suerte para cantar (horrible y literalmente) tus exequias. Al acercarme a darte mi último adiós, incluso me pareció ver una sonrisa en tu pálido rostro que, a la sazón, imaginé como una "mendocina" máscara (el adjetivo, como imaginarás, va por lo del Tenorio Mendocino Guadalajara). ¿Cómo iba a ser verdad que te marchabas así, sin despedirte?

Aunque, pensándolo bien, para una persona como tú, no se me ocurre mejor modo de dejar el mundo que este en que lo has hecho: con la cabeza llena de proyectos, con los dedos echando humo de tanto escribir, en pleno uso de tus facultades, sin sufrir ni hacer sufrir a los que te quieren una larga y penosa enfermedad, sin perder la independencia, el sentido del humor y la fortaleza física, habiendo vivido una vida intensa y plena, llena de experiencias increíbles, habiendo escrito mucho y bien, habiendo disfrutado del amor, de la amistad y de los placeres de este mundo. Irse sin más, "a la francesa", sin dolor y sin miedo. Si se me permitiera elegir de qué manera quiero dejar este "barrio" para "pirarme" al otro, yo escogería la forma en que lo has hecho tú.

Perdona si derramé alguna lágrima, pero fue puro egoísmo. Porque no me imagino un Arriversos Festival de Poesía de Guadalajara sin ti en primera fila. Porque no me imagino un sarao cultural sin tu abrazo y tu vozarrón saludándome por mi nombre y apellido, como siempre lo hacías, cargando las palabras de cariño.

Se me ha quedado Sopetrán pendiente, querido Recio. ¡Mierda del "ya habrá ocasión"! ¡Qué rabia me da no haber podido recitar con el grupo el día que, por fin, conseguiste organizar un acto allí!

Que sepas que este miércoles habrá tertulia, como tú habrías querido, aunque mis azarosos horarios y mis viajes me impedirán asistir. Sé que te prometí que lo haría de vez en cuando, y mantendré mi promesa siempre que esté en Guada y mi trabajo lo permita. Aunque se me hará cuesta arriba tu ausencia.

Esta foto que pongo me gusta mucho. Estás con tu hijo, que es tu vivo retrato, y con la camiseta del grupo del que fuiste alma mater.

Y aquí voy a parar, amigo mío, porque si no me empezaré a poner blandita y a ti las ñoñerías te gustaban muy poco. Me siento afortunada de haberte conocido, de haber aprendido de ti, de haber podido escuchar algunas de tus muchas historias, de haber contado con tu amistad y de haber podido hablar contigo por teléfono hace poco y decirte, como siempre que te quiero ("se te quiere", solías decirme tú, impersonalizando, por aquello que digo, de no ponerte cursi). Pues eso, José Luis, que se te quiere. Nunca te olvidaremos.


viernes, 26 de enero de 2018

Maria Antònia Salvà (Tía María Antonia), la poeta de la Renaixença mallorquina

En estos días la localidad de Llucmajor (Mallorca) rinde homenaje con varios actos a la poeta María Antonia Salvá, con motivo del 60 aniversario de su muerte acontecida el 29 de enero de 1958. Aunque es una poeta que no se estudia en los libros de texto de la mayoría de las provincias españolas, sí es ampliamente reconocida en Cataluña y Baleares, por ser considerada la primera poeta moderna en lengua catalana y por su vinculación tardía al movimiento literario de la Renaixença mallorquina y posteriormente a la llamada Escola Mallorquina pero, sobre todo, como señala Sebastià Alzamora en el prólogo a la antología de su obra publicada por Calambur en 2006, por la estricta calidad de su poesía:

“A pesar de los tópicos que durante muchos años han pesado sobre su figura y su obra, no resulta imprudente situar a Maria Antònia Salvà (Llucmajor, Mallorca, 1869-1958) entre los poetas en lengua catalana más prominentes de su tiempo: y no sólo por ser la primera mujer poeta en catalán que se inscribe en la modernidad, como cierta crítica no se cansa de subrayar, sino por lo único que debería realmente importarnos en cualquier poeta, esto es, el estricto valor literario de su obra.”

¿Y por qué hablo ahora de esta poeta y de los homenajes que se le rinden en un pueblito de Mallorca? Pues porque, sinceramente, me apetece mucho presumir aquí, públicamente, de ser descendiente directa de esta gran mujer, que era tía carnal y madrina de bautismo mi abuela materna, María Gracia Salvá.

Cuando era niña, en uno de los primeros viajes a Mallorca de los que guardo recuerdo, mi abuela nos llevó a mi hermana y a mí al ayuntamiento de Palma para que viéramos la galería de retratos de "hombres ilustres". Entre ellos solo había una mujer: Tía María Antonia (para mí ese será siempre su nombre). Mi abuela nos lo enseñó con orgullo al igual que, algunos días después en una excursión a Llucmajor, nos llevó a ver La Espigolera, el monumento que la localidad luce orgullosa en honor a la poeta, Hija Ilustre del municipio desde 1918, por cierto, hace ahora cien años. Desde entonces, no había vez que viajáramos a la isla que no visitáramos el lugar.
  
A la izquierda mi abuela Gracia con mi hermana Isabel.
A la derecha mi madre (también Gracia) y yo.
En medio La Espigolera, monumento a María Antonia Salvá en Llucmajor, su pueblo natal.


Mi abuela hablaba con frecuencia de Tía María Antonia, de la amistad que mantenía con la mayor parte de la intelectualidad mallorquina de su época, pero también y sobre todo de la relación de cariño que mantuvo con ella, su ahijada, y de los recuerdos que guardaba de la Llapassa, la finca familiar donde la poeta creció. Y mientras nos contaba todo eso a mi hermana, a mis primas y primos y a mí, nos inculcaba el orgullo de formar parte de un árbol genealógico con raíces tan notables.

EL POEMA DE L’ALLAPASSA (1425-1925)

Salut oh camp, oh nom de l’Allapassa,
dolç arrecer on té pairal redòs,
cinc voltes centenary, nostra raça
(...)
EL POEMA DE L’ALLAPASSA (1425-1925)

Salud solar, nombre de l’Allapassa,
suave cobijo de antiguo reposo
durante cinco siglos a mi raza.
(...) *

(*Traducción de Jaume Pomar en la citada antología)

Con el tiempo, cuando empecé a desarrollar pasión por la escritura y la poesía, mi abuela Gracia fue, junto a mi madre y mi padre, una de las primeras personas que confió en mí. Estaba segura de que llegaría a dedicarme a esto (gracias a la mediación directa o indirecta de mi abuela conocí a algunas personalidades literarias, como por ejemplo, a Guillermo Díaz-Plaja, íntimo amigo de la familia, a Leopoldo de Luis y a Blanca Mora de Araujo, viuda de Miguel Ángel Asturias... Pero esa es otra historia que ya contaré algún día). Cuando por fin empecé a publicar, solía decirme: "Me gusta pensar que tus genes de poeta te vienen por mí: de la Tía María Antonia". ¡Cómo me acuerdo hoy de ella!

Tía María Antonia no tuvo descendencia directa, por lo que su legado literario quedó en manos de los descendientes de su hermano mayor, Francisco Salvá de la Llapassa. Sin embargo, mi madre y mis tías conservan todavía algunas fotos de la época y las cartas que la poeta escribió a su ahijada –mi abuela– y que, como es fácil de imaginar, conforman para nosotros todo un tesoro histórico y sentimental. 

María Antonia Salvá (sentada a la izquierda, con un pañuelo en la cabeza), acompañada de su familia.
De pie, de izquierda a derecha: Francisco Salvá Font, sobrino de María Antonia y tío abuelo mío; Antonio Salvá de la Llapassa, hermano de de la poeta (mi bisabuelo); y un hombre cuya identidad mi madre desconoce (por uno momento pensamos que podría ser el sacerdote y poeta Costa i Llobera, gran amigo de María Antonia, pero, aunque la foto no está fechada, por el aspecto de los niños debe de ser entre 1920 y 1922, por lo que es imposible que se trate de él ya que sería mucho más mayor que el hombre de la foto). Sentadas: la poeta junto a su cuñada Isabel Font (esposa de Antonio y bisabuela mía) y su ahijada María de Gracia (mi abuela).

El mismo grupo de antes en actitud ahora informal, en la finca Son Coll de la familia Font.
Agradezco ambas fotos a mi madre. 
Aparte del valor emocional que para mí tiene el nombre de María Antonia Salvá al estar para siempre unido en mi recuerdo a la historia de mi abuela, está claro que se trata de una figura de relevancia indiscutible desde un punto de vista literario, y también por su papel fundamental en la lucha por mantener vivas la lengua y la literatura mallorquinas, lo que la llevó a encontrarse grandes dificultades para superar la censura en la época franquista, pese a lo cual logró publicar en 1946 su obra “Llepolies i joguines”, el segundo libro publicado en catalán en Mallorca en la inmediata posguerra. Y sin embargo, con todo, al igual que les ocurre a muchas grandes mujeres que jugaron papeles importantes en la historia de la cultura, es todavía una gran desconocida para la mayor parte de la gente. Vaya desde aquí mi homenaje y mi recuerdo, para rescatarla un poquito si es posible de esta injusta circunstancia.

Por desgracia no es fácil leer la poesía de María Antonia Salvá, pues poco hay publicado hoy en día salvo la citada antología de Calambur, que tiene el gran acierto de ser una edición bilingüe. Rebuscando por internet, gran fuente actual de toda información, apenas es posible encontrar un puñado de poemas y ninguno de ellos traducido al castellano, lo que hace su poesía un poco menos accesible para quienes no dominamos el mallorquín en que fueron escritos originalmente. Me permito por ello transcribir algunos de sus poemas junto con la traducción de Jaume Pomar extraídos de la mencionada recopilación bilingüe, no sin antes recomendar a quien le interese profundizar más en la obra de la autora que adquiera el libro, pues lo disfrutará muchísimo:
  
EL ROSER DE CURA

Pobre feix de troncs i espines,
modest avui com antany,
floreix entre les ruïnes
un rosert de tot l’any.

La muntanya assolellada
aixeca a la llum del cel
la humil església tancada
i el xiprer, amic feel.

La teulada cau malmesa,
les parets se van desfent,
amb la son de la vellesa
que capfica lentament.

Oh Mare de Déu de Cura,
com vos plau la soledat,
que així us quedau a l’altura
dins un clos esbaldregat!

Com aimau les velles coses
que es perfumen de l’oblit,
i el roseret que fa roses
pel brancatge arrevellit!

Darrer músic de capella,
el petit roser gentil
tot l’any repeteix novella
la canço del mes d’abril.

Si les pluges no el remullen,
pateix sol i pateix set,
I se baden I s’esfullen
ses flors dins un alt secret.

L’aridesa de l’altura
fila somnis de verger…
La Mare de Déu de Cura
beneeix l’humil roser.

EL ROSAL DE CURA

Pobre haz de troncos y espinas,
hoy modesto como antaño,
florece entre las ruinas
un rosal de todo el año.

La montaña soleada
levanta a la luz del cielo
la humilde iglesia cerrada
y el ciprés, amigo adepto.

Cae a trozos el tejado,
las paredes se deshacen,
todo lo ha deteriorado
la vejez que hunde sin pausa.

¡Oh Madre de Dios de Cura,
feliz en la soledad,
que así os quedéis en la altura
rota vuestra calidad!

¡Cómo amáis las viejas cosas
que se aroman del olvido,
y el rosal que da las rosas
en ramaje envejecido!

Postrer músico en capilla,
el rosalito gentil
repite, día tras día,
la canción del mes de abril.

Si las lluvias no le calan,
sufre sed y sufre soles,
y se abren y se deshojan
en gran secreto sus flores.

La sequedad de la altura
hila sueños de bancal…
La Madre de Dios de Cura
bendice el pobre rosal.
  
A UNA LLUERNA

Com me plau trobar.te, petita lluerna
encesa en la vasta solitud del camp,
minúscula espurna de claror de llamp,
sempre tan antiga i ara un xic moderna.
Quan el temps arriba que els anyells són tosos,
respirant idil·lis deixes ton racó:
si eixamples les ales, ets un avió;
tens, com l'automòbil, dos llumets verdosos.

A UNA LUCIÉRNAGA

Me parece encontrarte, pequeña luciérnaga,
luz sobre la vasta soledad del campo,
chispa tan minúscula, igual que el relámpago,
siempre tan antigua y hoy modernizada.

Cuando el tiempo llega de esquilar vellosas,
respirando idilios dejas tu rincón:
cuando abres las alas, eres un avión;
tienes, como el coche, dos luces verdosas.

 LLUNETA DEL PAGÈS

Lluneta del pagès,
jo estic dins ca teva
i tu no dius res.
Jo tenc un aucell
que canta l'aubada
i a cada passada
se bada un clavell.
Jo sent un mussol
que plora, i voldria
cantar nit i dia
com un rossinyol.
Lluneta del pagès,
jo estic dins ca teua,
lluneta del pagès,
i tu no em dius res.

LUNITA DEL PAYÉS

Lunita del payés,
he venido a tu casa
y no me dices nada.

Tengo un pajarito
que canta en el alba
y con cada trino
se abre un clavel.

Yo oigo a un mochuelo
que llora, y querría
cantar noche y día
como un ruiseñor.

Lunida del payés,
he venido a tu casa,
lunita del payés,
y no me dices nada.

GALANIA RÚSTICA

–Qui serà, qui no serà,
deia una colla d'amigues,
qui ens dugué el ramell d'ortigues
a la taula del planxar...?–
La més jove va callar
i cor endins va gustar
mel de raïms i de figues.
  
RÚSTICA GALANÍA

–¿Quién será, quién no será,
decía un grupo de amigas,
quién puso el ramo de ortigas
en la tabla de planchar…?
La más joven se calló
y en silencio degustó
miel de uvas y de higos.

EL NÚVOL

Decau el jorn. Un nuvolat compacte
sobre el cel de llevant, àvidament
assedegat del sol que fuig, intacte,
esdevé roig com un fornàs ardent.
A poc a poc es va apagant l'ardència
i el núvol resta lívid sobre el camp;
immòbil i amb sobtada refulgència,
de ses entranyes emergeix el llamp.

LA NUBE

Decae el día. Un nubarrón compacto
en el cielo de levante, ávidamente
sediento de aquel sol que huye, intacto,
se torna rojo como hornal ardiente.

Poco a poco apágase la ardencia
y es lívida la nube sobre el campo;
de pronto inmóvil en su refulgencia,
de sus entrañas emerge el relámpago.

EPÍLEG

Jovenesa, flor morada;
sol ponent, boirella d'or;
qualque estel a la vesprada,
heus aquí mon viu tresor.
Quan llueixi l'estelada,
pugui en l'alta nit callada
adormir-se, en pau, mon cor.

EPÍLOGO

Juventud o flor de lila;
sol poniente, niebla de oro;
una estrella vespertina,
he aquí mi vivo tesoro.

Con la luz de cielo estrellado,
en la alta noche callado,
mi alma en paz está dormida.

CASA PAGESA

Volguda casa pagesa,
plaent com una escomesa,
oberta com una mà,
com una mà sempre estesa
que convida a reposar.

Com l’herba de foravila,
ets l’amor del solellet.
Tens una jove pubila,
i una padrina que fila,
i aigua que apaga la set.

Ta xalesta emparralada
acull tothm, amatent;
tens per tots bona arribada,
i una cadira cordada
on pasar-se el cansament.

Tens davant una perera
rica d’esplets exquisits,
i al costat una Figuera
que revolten per Sant Pere
els infants enllepolits.

Filats fusada a fusada,
tens dins la Caixa tancada
llençols nets, de bona olor

–la que els dóna la bugada
quan els pren la mornor–.

Tens estormies de figues,
tens pa damunt el raol,
tens oronelles amigues,
i ets rossa com les espigues
granades al bes del sol.

I com a joia heretada
del bon temps de l’avior,
una estrella mostrejada
ta paret blanca forada
i a ta llar dóna claror.

Benhaja ta senzillesa
i aqueix noble confiar
que em té l’ànima corpresa,
volguda casa pagesa,
oberta com una mà!

CASA PAYESA

Querida casa payesa,
grata como una acogida,
abierta como una mano,
como una mano tendida
que invita siempre al descanso.

Cuan hierba de las afueras,
dulce amor del solecillo.
Tienes una única hija,
y una abuela que hila,
y agua que apaga la sed.

Tu alegre puerta emparrada
se abre a todos, diligente;
siempre acoges la llegada,
y ofreces silla ensogada
al cansancio de la gente.

Tienes un peral con peras,
ricos frutos exquisitos,
y al lado una gran higuera
que rodean por San Pedro
siempre golosos los niños.

Hilados husada a husada,
hay un tu caja cerrada
sábanas de buen olor
–el que les dio la colada
al blanquear su color–.

Tienes posaderas de higos,
el pan en cesta trenzada,
tienes pájaros amigos
y eres rubia como el trigo,
por el sol fuiste besada.

Y como joya heredada
de la buena antigüedad,
una estrella mostreada
tu pared blanca horadada
a tu hogar da claridad.

¡Bienhaya tu confiada
y noble vida sin daño
que tiene mi alma prendada,
querida casa payesa,
aberta como una mano!


Aunque, como se puede apreciar, los paisajes y paisanajes de su tierra tienen un peso protagónico en una gran parte de su obra, a veces la poeta se adentra en el terreno de la devoción y, en ocasiones, se deja llevar por reflexiones de corte casi filosófico sobre el devenir del tiempo. 

El siguiente poema me resulta sorprendente e incluso un tanto críptico. Lo reproduzco porque, al ser yo una “doncella del año dos mil” me siento de algún modo interpelada:


A LES DONZELLES DE L’ANY DOS MIL

Oh vosaltres, pressentides flors d'amor i gentilesa
que viureu quan mon passatge s'haurà fet esborradís;
jo us endreç per aleshores, amical, una escomesa
que s'allunya, de mos versos dins l'esbart voleiadís.

A LAS DONCELLAS DEL AÑO DOS MIL

Oh vosotras, presentidas flores de amor y gentileza
que viviréis cuando mi pasaje se habrá hecho borradizo;
yo os dirijo para entonces, amical, una propuesta
que se aleja de mis versos en el grupo voladizo.


El poema que transcribo a continuación para cerrar el post no está en la antología de la cual he extraído los demás. Se trata de  una traducción que he hecho yo misma con la ayuda de mi tía Carmina (sobrina nieta de la poetisa, al igual que lo es mi madre) que es quien lo ha encontrado.

La cuestión es que al ponerme a escribir este pequeño artículo quise incluir en él el poema a la espigolera en el que se supone que está inspirado el monumento de Llucmajor. Al no encontrarlo por mis propios medios le pedí ayuda a mi tía, que conserva una biblioteca bastante extensa de obras de María Antonia Salvá en sus ediciones originales, heredada en gran parte de mi abuela y completada con sus propias adquisiciones. Tras mucho investigar, hemos llegado a la conclusión de que no hay –al menos nosotras no lo hemos encontrado tras consultar muchísimos libros–, ningún poema titulado exactamente "La espigolera", pero sí hay varios inspirados en las labores de las gentes del campo. Uno de los que más se acercan a lo que buscábamos es este “Espigolalles”, palabra con la que se nombra en Mallorca a las espigas que quedan al borde del camino cuando se ha recogido la cosecha y que yo, por simplificar, he traducido como “Espiguillas”, permítaseme la licencia.  Pertenece al libro “El Retorn” (Editorial Moll. Mallorca, 1949).

ESPIGOLALLES

Sol ardent. Bella collita
per l’extens ametllerar.
“Arri, arri, somereta:
anirem a espigolar…”
La gerreta plena d’aigua
i al cistell el berenar,
si d’espigues no se’n troben,
de records bé n’hi haurà.

Ben cordada l’espardenya,
quin delit ve de cantar
per pinars i conradissos
amb el fresc embat de mar!
Les tonades de la terra
Déu les vulgui conservar,
i les danses a la lluna
que la son fan allunyar.

ESPIGUILLAS

Sol ardiente. Bella cosecha
por el extenso almendral.
"Arre, arre, borriquita:
nos iremos a espigar... "
La jarrita llena de agua
y en la cesta buen manjar,
si de espigas no se encuentran,
de recuerdos bien habrá.

Bien atada la espardeña,
¡qué deleite da el cantar
por pinares y bancales
con el frescor de la mar!
Las tonadas de la tierra
Dios las quiera conservar,
y las danzas a la luna
que el sueño harán alejar. 

ESPIGOLALLES


Sol ardent. Bella collita
per l’extens ametllerar.
“Arri, arri, somereta:
anirem a espigolar…”
La gerreta plena d’aigua
i al cistell el berenar,
si d’espigues no se’n troben,
de records bé n’hi haurà.

Ben cordada l’espardenya,
quin delit ve de cantar
per pinars i conradissos
amb el fresc embat de mar!
Les tonades de la terra
Déu les vulgui conservar,
i les danses a la lluna
que la son fan allunyar.





También la recogieron otros medios locales.


Placa conmemorativa descubierta en el cementerio de Llucmajor durante el homenaje a la poeta
y, abajo, detalles de la ofrenda floral.